El truco con brócoli que ayudará a las mujeres de más de 50 años
El brócoli ha sido largamente reconocido como un superalimento, pero su verdadero potencial, especialmente para las mujeres mayores de 50 años, reside en una sencilla técnica de preparación. De acuerdo con la nutricionista Marta Marcé, rallar el brócoli crudo es una estrategia extraordinariamente fácil que permite maximizar y conservar sus propiedades nutricionales más valiosas para la salud.
Esta técnica no solo mejora el sabor del brócoli, sino que eleva drásticamente el valor biológico del vegetal. El objetivo es optimizar la asimilación de compuestos esenciales para el equilibrio hormonal y la salud celular.
El brócoli para la salud de mujeres
El brócoli pertenece a la familia de las crucíferas, un grupo vegetal conocido por su alto contenido de glucosinolatos. Estos son compuestos naturales que, dentro del organismo, actúan como precursores, ayudando a mantener el delicado equilibrio hormonal. Este aspecto es crucial para las mujeres que atraviesan o han pasado la menopausia, ya que las fluctuaciones hormonales pueden afectar significativamente su salud general. Sin embargo, para que el cuerpo pueda asimilar correctamente estos glucosinolatos y convertirlos en sustancias activas, necesitan interactuar con una enzima específica.

La enzima necesaria para desbloquear el poder de los glucosinolatos es la mirosinasa, y su activación es la clave del truco. Esta enzima solo se activa cuando las paredes celulares del brócoli se rompen y se consume en su estado crudo, o ligeramente procesado. La cocción tradicional, especialmente si es prolongada, tiende a desactivar la mirosinasa, mermando significativamente los beneficios del vegetal. Por lo tanto, el secreto para obtener el máximo provecho es garantizar que una parte del brócoli se consuma sin pasar por altas temperaturas.

El truco de rallar el brócoli y añadirlo justo antes de servir sobre los platos ya cocinados genera una mezcla nutricional perfecta. De esta manera, se logra combinar lo mejor de ambos mundos: se conservan las enzimas activas del producto crudo, listas para trabajar. Al mismo tiempo, se aprovechan los nutrientes que se liberan con una cocción ligera del resto del plato, que pueden ser más fáciles de digerir. Esta sencilla práctica potencia la presencia del sulforafano, un compuesto con un potente efecto antioxidante que es crucial para la protección celular.