El método asiático para mantener la casa "calentita" sin gastar dinero
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En Japón, especialmente en regiones frías como Hokkaido o los Alpes japoneses, los inviernos pueden ser secos y muy rigurosos. Para hacer frente a las bajas temperaturas sin depender exclusivamente del gas o aparatos eléctricos de alto consumo, muchas familias continúan utilizando una solución tradicional que ha perdurado por generaciones: el kotatsu.
¿Qué es el kotatsu?
Este sistema, profundamente arraigado en la cultura japonesa, consiste en una mesa baja equipada con una manta gruesa y una fuente de calor ubicada en su parte inferior, actualmente eléctrica, que proporciona calor directamente al cuerpo sin necesidad de climatizar toda la vivienda. El funcionamiento del kotatsu combina ingenio y eficiencia térmica.
Se compone de un marco de madera, una manta pesada conocida como futon que cubre la estructura, y una tapa firme donde se pueden apoyar objetos. En su parte inferior, el pequeño calefactor calienta las piernas de quienes se sientan alrededor, y el calor se conserva bajo la manta, lo que permite mantener el cuerpo abrigado de forma localizada. Este enfoque contribuye a un ahorro energético considerable y crea un espacio acogedor que suele convertirse en el centro de reunión del hogar.
Junto con el kotatsu, los japoneses también implementan otras estrategias para mantener el calor y ahorrar energía: concentran la calefacción en espacios reducidos en lugar de climatizar toda la casa, utilizan alfombras térmicas, estufas de querosén por períodos breves y recurren al uso de varias capas de ropa dentro del hogar. Todos estos métodos reflejan un enfoque práctico y eficiente para enfrentar el invierno sin comprometer el confort.
¿Por qué en el invierno nos enfermamos más?
Durante el invierno, es común que aumenten los casos de enfermedades debido a diversos factores. Uno de ellos es la menor exposición a la luz solar, lo que puede provocar una disminución en los niveles de vitamina D, un nutriente esencial para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico.
A esto se suma que varios virus respiratorios estacionales, como el de la gripe, la COVID-19 y el virus sincicial respiratorio (VSR), tienden a multiplicarse con mayor rapidez y a tener una envoltura lipídica más estable en ambientes fríos. Además, en el invierno las personas suelen permanecer más tiempo en espacios cerrados, favoreciendo el contacto cercano y, por ende, la propagación de infecciones. Por último, la exposición constante al frío puede debilitar las vías respiratorias superiores, volviéndolas más vulnerables a los agentes patógenos.