Cuántas veces hay que comer pescado por semana para prevenir un infarto y un ACV

No es una simple sugerencia nutricional, sino una estrategia preventiva de salud pública basada en evidencia científica robusta
Cuántas veces hay que comer pescado por semana para prevenir un infarto y un ACV
Pescado Foto: Canva
miércoles, 17 de diciembre de 2025

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El pescado es un componente fundamental de dietas saludables mundialmente reconocidas, como la mediterránea, y su consumo regular se ha posicionado como un pilar en la prevención de enfermedades cardiovasculares y neurológicas. A pesar de esto, muchas personas no alcanzan la ingesta recomendada, lo que tiene consecuencias directas y perjudiciales para la salud a largo plazo.

La principal repercusión de este déficit de pescado es la marcada disminución en el consumo de omega-3 y vitamina D, dos nutrientes esenciales cuya carencia está estrechamente vinculada al deterioro de la salud del corazón, el cerebro y el sistema inmunológico.

Comer pescado

La evidencia médica es clara y contundente respecto a la frecuencia óptima de consumo: comer pescado al menos dos veces por semana es el umbral para obtener beneficios significativos. Esta ingesta moderada pero consistente de ácidos grasos poliinsaturados ejerce un efecto protector sistémico en el cuerpo. Numerosos estudios han demostrado que este hábito ayuda de manera efectiva a regular la presión arterial, contribuye a bajar los niveles de triglicéridos en la sangre y, lo más importante, reduce sustancialmente el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y un Accidente Cerebrovascular (ACV).

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El impacto del pescado va más allá del sistema cardiovascular, siendo crucial para el mantenimiento de la salud neurológica. En el plano cerebral, la falta de omega-3, especialmente el DHA, se asocia directamente con un mayor deterioro cognitivo a medida que avanza la edad y se relaciona con alteraciones en el estado de ánimo. Por el contrario, las investigaciones observacionales indican que mantener una ingesta adecuada de pescado está ligada a una mejor memoria y, sorprendentemente, a un mayor volumen de materia gris en áreas cerebrales que son clave para el procesamiento de la información y la cognición.

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La acción protectora de los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D también se extiende a áreas menos obvias, como la salud visual y la modulación de enfermedades autoinmunes. Por ejemplo, algunos estudios poblacionales han registrado hasta un 42% menos de riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad en mujeres con un consumo de pescado consistentemente alto. Además, la ingesta de estos nutrientes en poblaciones infantiles ha mostrado una menor incidencia de enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1, lo que subraya su importancia en el desarrollo y la regulación inmunológica.

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