Pocos lo saben: por qué se recomienda comer manzana hervida todos los días
La manzana hervida, aunque menos común que la cruda, está ganando popularidad por sus beneficios digestivos y antioxidantes. Al someter la fruta a cocción, algunos nutrientes como la vitamina C se reducen debido a su sensibilidad al calor, pero otros compuestos, como los polifenoles, aumentan su biodisponibilidad.
¿Por qué comer manzana hervida?
Este tipo de preparación en la manzana es especialmente recomendado para quienes tienen problemas digestivos, ya que al ablandarse la pulpa y volverse más soluble la fibra, se facilita la digestión. Por eso suele incluirse en dietas blandas para personas con gastritis, úlceras, colitis o en recuperación de gastroenteritis.

Además, la pectina presente en la manzana cocida contribuye a retener agua en el intestino, disminuyendo la frecuencia de deposiciones líquidas y favoreciendo la hidratación. En la alimentación infantil, la manzana hervida es un alimento seguro como inicio de la alimentación complementaria debido a su baja probabilidad de causar alergias y su textura suave.
En adultos mayores, es ideal para quienes tienen problemas dentales o de masticación. Su aporte de polifenoles y flavonoides, aun después de la cocción, le confiere un efecto antioxidante que ayuda a proteger las células y reducir el riesgo de enfermedades crónicas. La preparación es sencilla: basta con pelar la fruta (o dejar la piel para conservar más fibra), cortarla en trozos y hervirla en agua durante diez a quince minutos. Puede agregarse canela para potenciar el sabor, evitando añadir azúcar o edulcorantes que puedan restar beneficios a su consumo.
¿Cómo evitar problemas digestivos?
Para prevenir problemas en la digestión es fundamental adoptar hábitos que favorezcan un sistema digestivo eficiente y una flora intestinal equilibrada. Mantener una dieta adecuada es clave: incluir fibra soluble e insoluble a través de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos ayuda al tránsito intestinal, mientras que los alimentos fermentados como yogur y kéfir aportan probióticos beneficiosos. La hidratación también desempeña un papel importante, ya que beber suficiente agua facilita la digestión y suaviza las heces.

Al mismo tiempo, conviene limitar el consumo de productos procesados, grasas saturadas, azúcares añadidos y, en caso de sensibilidad, alimentos con alto contenido de fibra insoluble que puedan irritar el intestino. La higiene es otro pilar esencial para evitar complicaciones digestivas: lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, desinfectar frutas y verduras, mantener la cadena de frío y evitar comer en lugares de dudosa salubridad son medidas preventivas efectivas.
En cuanto al estilo de vida, la actividad física regular ayuda a regular el tránsito intestinal, mientras que técnicas de relajación como la meditación o el yoga contribuyen a manejar el estrés, factor que influye directamente en la digestión. Además, es recomendable evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol, ya que ambos pueden irritar el sistema digestivo.