La forma de comer galletitas pero que no afecta la salud nutricional

La clave para integrar las galletitas en un estilo de vida saludable reside en la conciencia y la contextualización
La forma de comer galletitas pero que no afecta la salud nutricional
Galletas Foto: Canva
jueves, 23 de octubre de 2025

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Las galletas, en sus múltiples formas y sabores, son un alimento popular que forma parte de la dieta de muchas personas, a menudo como un tentempié rápido o un componente del desayuno. Sin embargo, una mirada honesta a su composición nutricional revela que la mayoría de las galletitas industriales son productos complejos al comer para la salud.

El consumo de galletas desencadena un efecto biológico conocido: generan una rápida y efímera sensación de saciedad, seguida de un aumento repentino de glucosa en sangre. La consecuencia directa es que, en pocas horas, el organismo experimenta una caída de glucosa que se manifiesta como una intensa sensación de hambre y cansancio, impulsando la necesidad de buscar otra fuente de energía rápida y perpetuando un ciclo alimenticio poco saludable.

Comer galletas en forma saludable

Ante este panorama, los nutricionistas señalan que la clave no reside en la prohibición total, sino en la moderación y la inteligencia nutricional. Si bien no es necesario eliminar completamente las galletas de la dieta, sí conviene reducir drásticamente su frecuencia de consumo y, más importante aún, cambiar el rol que cumplen en la alimentación. La recomendación es dejar de verlas como un alimento base y priorizar, en su lugar, alternativas mucho más completas y nutritivas para las comidas principales, como el desayuno.

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Para quienes desean mantener la tradición de las galletas, existen formas de "tunear" su consumo para mitigar su impacto negativo en la salud. Una estrategia efectiva es combinarlas con alimentos ricos en fibra y proteína, ya que estos macronutrientes ralentizan la absorción de los azúcares y evitan los picos de glucosa. Por ejemplo, acompañar una pequeña porción de galletitas con un trozo de queso, un *puñado de frutos secos o un bowl de yogur natural, puede convertir un snack desequilibrado en una ingesta más sostenible y nutritiva.

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El verdadero cambio al comer galletas se da al replantear la composición de las comidas más importantes del día. Un desayuno verdaderamente equilibrado, que sirva como modelo nutricional, debe incluir sistemáticamente un lácteo (o alternativa vegetal rica en proteína), un cereal integral y una fruta fresca. Esta combinación está diseñada para aportar una mezcla óptima de fibra, proteínas y energía sostenida para comenzar la jornada. La fibra del cereal integral y de la fruta, junto con la proteína del lácteo, aseguran una digestión lenta y una liberación gradual de energía.

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