La excusa perfecta para no hacer la cama apenas te levantas: es saludable
La costumbre de hacer la cama tan pronto como se abandona, un hábito inculcado por muchas generaciones, podría ser contraproducente para la salud. Contrario a lo que se piensa, tender las sábanas de inmediato después de despertar puede ser perjudicial para nuestro organismo.
Durante las horas de sueño, el cuerpo humano pierde una cantidad significativa de agua a través de los poros, una cifra que puede oscilar entre medio litro y un litro. Esta humedad corporal queda inevitablemente atrapada en la ropa de cama, creando un ambiente cálido y perfecto para la reproducción de la microfauna.
No hay que hacer la cama apenas te levantas
El núcleo del problema en la cama reside en los ácaros del polvo, unos organismos microscópicos invisibles que forman parte de la vida cotidiana. Estos arácnidos se alimentan principalmente de las células muertas de la piel que desechamos a diario, convirtiendo nuestros colchones y sábanas en su ecosistema predilecto. Aunque no representan una amenaza directa para todos, sus restos biológicos y excrementos son poderosos alérgenos. Esta situación es especialmente delicada para personas propensas a las alergias o para quienes padecen problemas respiratorios crónicos, como el asma.

La presencia de ácaros en el ambiente puede manifestarse a través de una serie de síntomas bastante comunes, aunque a menudo mal atribuidos. Las reacciones alérgicas suelen incluir congestión nasal, estornudos persistentes y picazón ocular, síntomas que se agravan al estar en contacto directo con la ropa de cama. En algunos casos, la alta exposición a estos alérgenos puede incluso influir en la calidad del sueño, desencadenando o empeorando los ronquidos. Por lo tanto, cualquier estrategia para reducir su población en la cama impacta directamente en nuestro bienestar.

Para mitigar la proliferación de ácaros y mantener un entorno de descanso higiénico, existen varias recomendaciones prácticas. Una de las más efectivas es lavar la ropa de cama—sábanas, fundas y colchas—al menos una vez por semana. Es fundamental hacerlo con agua tibia o caliente y jabón para asegurar la eliminación efectiva de los microorganismos y los residuos biológicos acumulados. Adicionalmente, se aconseja revisar las etiquetas de los textiles para un cuidado adecuado y considerar el uso de fundas hipoalergénicas para colchones y almohadas, que actúan como barreras físicas contra los ácaros.