El truco de especialistas para guardar la sal y evitar que se humedezca y pierda su sabor

Mantener la sal en buen estado y libre de humedad puede ser un desafío, ya que este ingrediente esencial en la cocina tiende a absorber la humedad ambiental. Para conservarla seca, es fundamental almacenarla en un lugar adecuado y aplicar algunos trucos efectivos.

¿Donde almacenar la sal?

Lo ideal es guardar la sal en frascos herméticos de vidrio o plástico, ya que impiden la entrada de aire y humedad. También es recomendable colocarla en un cajón o estante seco, lejos de fuentes de calor como el horno o las hornallas. Un método sencillo y eficaz para evitar que se apelmace es agregar unos granos de arroz al recipiente, ya que estos absorben el exceso de humedad.

Otra opción es utilizar bolsas de silicagel, especialmente en épocas de alta humedad. Además, los saleros de cerámica o barro pueden ser una alternativa natural para mantener la sal en óptimas condiciones, gracias a su capacidad de absorción.

¿Por qué nunca debemos quedarnos sin sal en el hogar?

La creencia de que la sal no debe faltar en el hogar tiene sus raíces en tradiciones y costumbres culturales. En diversas culturas, se le atribuye la capacidad de atraer prosperidad y alejar las energías negativas. Algunas creencias sostienen que la sal debe ser lo primero en ingresar a una casa nueva o un negocio para asegurar el éxito y la estabilidad. Sin embargo, también existen supersticiones que la relacionan con la mala suerte, como derramarla, regalarla o pasarla de mano en mano durante una comida.

Desde tiempos antiguos, la sal ha sido un elemento clave en rituales y prácticas religiosas de diversas tradiciones, incluyendo el hinduismo, el budismo mahayana, el sintoísmo, el catolicismo, el judaísmo y la Wicca. Se ha empleado en ofrendas, sacrificios y ceremonias mágicas con el propósito de neutralizar la influencia de espíritus malignos.

Además de su importancia simbólica y espiritual, la sal tiene un uso práctico en el hogar, ya que ayuda a ablandar el agua en los lavavajillas y a prevenir daños en los electrodomésticos. Su relevancia a lo largo de la historia ha llevado a que muchas personas la consideren un elemento esencial, tanto por sus beneficios materiales como por las creencias que la rodean.