3 trucos de especialista para calmar la ansiedad al instante
En un contexto donde el estrés y la fatiga mental son cada vez más comunes, muchas personas buscan formas sencillas y eficaces para aliviar la ansiedad. En este sentido, la psicóloga Begoña del Campo compartió en redes sociales tres técnicas fáciles de aplicar, y respaldadas por la neurociencia, que pueden ayudar a recuperar la tranquilidad en momentos de tensión. Publicadas originalmente en TikTok, sus sugerencias se viralizaron rápidamente, generando una avalancha de reacciones positivas.
¿Cómo calar la ansiedad?
La ansiedad puede expresarse a través de síntomas como insomnio, irritabilidad, problemas de concentración, agotamiento emocional o sensación de colapso. Ante esto, Del Campo propone tres prácticas accesibles para incorporar a la rutina diaria. La primera es el bostezo exagerado, una acción que, aunque parece simple, envía señales al cerebro de que no hay peligro, ya que el sistema nervioso asocia el bostezo con relajación.

La segunda técnica consiste en aplicar frío en zonas estratégicas del cuerpo, como la cara o las muñecas, lo que activa un reflejo biológico que disminuye la frecuencia cardíaca y genera un efecto calmante casi inmediato. Por último, sugiere realizar movimientos oculares bilaterales, un método extraído de la terapia EMDR, que implica mover los ojos de un lado a otro durante unos segundos para reducir la carga emocional al estimular ambos hemisferios del cerebro.
Estas técnicas, aunque simples, están respaldadas por evidencia científica y han demostrado ser herramientas útiles para controlar la ansiedad en el día a día, sin necesidad de grandes recursos ni tratamientos complejos.
¿Por qué es peligroso el estrés permanente?
El estrés crónico representa una amenaza significativa para la salud, ya que al mantener al organismo en un estado constante de alerta puede provocar daños tanto físicos como mentales a largo plazo. Esta condición afecta directamente al sistema inmunológico, debilitándolo y haciendo al cuerpo más propenso a infecciones. Además, eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares al incrementar la presión arterial, el colesterol y la inflamación.
También se ha relacionado con problemas en la regulación del azúcar en sangre, aumentando las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2, así como alteraciones digestivas como indigestión, diarrea, estreñimiento o úlceras. Entre sus manifestaciones físicas más comunes se encuentran los dolores de cabeza, la tensión muscular en cuello y espalda, el insomnio o el sueño de mala calidad, y el aumento de peso debido a hábitos alimenticios poco saludables o la falta de actividad física.
En el plano psicológico, el estrés continuo puede desencadenar o agravar trastornos como la ansiedad y la depresión, afectar la concentración y la memoria, y provocar irritabilidad, cambios de humor y dificultad para gestionar las emociones.