Esto es lo que debes hacer con tu teléfono para reducir la ansiedad, según expertos en psicología
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El teléfono celular se ha convertido en una extensión de la mano y la mente. Aunque facilita la vida diaria, su uso desmedido plantea una nueva preocupación para la salud mental. Especialistas advierten que no se trata de dejarlo por completo, sino de repensar la manera en que lo usamos. En los últimos diez años, el teléfono celular se ha vuelto una herramienta esencial en la vida diaria.
¿Cómo reducir la ansiedad?
El uso excesivo ha incrementado los niveles de ansiedad en muchas personas. Especialistas en salud mental explican que no es necesario cortar su uso de manera abrupta, sino adoptar un enfoque más equilibrado y consciente.
En lugar de eliminar completamente el celular, lo recomendable es aprender a usarlo de forma saludable. Esto incluye establecer límites claros, reducir las notificaciones innecesarias, limitar el tiempo en ciertas apps y crear espacios sin pantallas a lo largo del día. La ansiedad generada por el celular suele estar relacionada con la presión social en redes, el exceso de información y el miedo a quedar afuera (FOMO).
¿Por qué se produce la ansiedad?
La ansiedad es una reacción natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes, actuando como un mecanismo de defensa que nos prepara para enfrentar el peligro. No obstante, cuando esta respuesta se vuelve excesiva, constante y afecta negativamente la vida cotidiana, puede convertirse en un trastorno de ansiedad.
Su origen es multifactorial: puede estar influida por eventos estresantes, tanto puntuales como acumulativos; por factores biológicos como la genética o desequilibrios en la química cerebral; y por aspectos psicológicos relacionados con experiencias traumáticas o características de la personalidad. Además, el entorno social también juega un papel importante, ya que las relaciones conflictivas, la presión social o el aislamiento pueden aumentar la ansiedad.
A esto se suman factores de estilo de vida, como el consumo de sustancias, la alimentación inadecuada, el sedentarismo o la falta de sueño. Incluso ciertas enfermedades físicas pueden desencadenar o agravar los síntomas. En conjunto, la ansiedad surge de una compleja interacción entre el cuerpo, la mente y el entorno, y se convierte en un problema cuando interfiere de forma persistente en el bienestar diario.