El simple objeto que cambiará para bien toda la decoración del comedor

El comedor es uno de los espacios más importantes del hogar, un lugar dedicado a la reunión y a compartir, pero su decoración a menudo se queda rezagada. Muchas veces, la gente comete el error de dejar las paredes desnudas o de llenarlas con pequeños cuadros que se pierden en el ambiente.

Sin embargo, existe un truco de decoración sorprendentemente simple y efectivo que puede cambiar para bien toda la decoración: pensar en grande. La clave está en apostar por un elemento de gran formato que capte la atención y sirva como verdadero punto focal en el comedor.

La decoración del comedor

La propuesta ganadora para lograr esta transformación recae en un objeto cotidiano: el espejo, pero con una condición fundamental, que sea el más grande que quepa en la pared elegida. La idea es dejar atrás los espejos pequeños y dispersos para buscar piezas que dominen el espacio de comedor. Esto puede ser un espejo gigante de forma rectangular, una pieza redonda de gran diámetro, o incluso un conjunto de nueve espejos cuadrados que cubran una superficie amplia. La razón detrás de esta preferencia es doble y muy poderosa en términos de diseño de interiores.

El principal beneficio de utilizar espejos de gran tamaño en el comedor es su capacidad para reflejar la luz y, consecuentemente, duplicar la sensación de amplitud del espacio. Esto es especialmente valioso en comedores pequeños o con poca luz natural. Al multiplicar la luz y expandir visualmente los límites de la habitación, el espejo hace que el ambiente se sienta más abierto y aireado. Es una ilusión óptica simple, pero sumamente eficaz para mejorar la habitabilidad y el flair de la zona de comidas.

La ubicación estratégica del espejo en el comedor es casi tan importante como su tamaño. Un comedor suele estar situado cerca de una ventana, lo cual ofrece una oportunidad de diseño. Al colocar el espejo en la pared contigua o justo enfrente de la fuente de luz, se consigue multiplicar la entrada de luz natural de manera exponencial. El espejo literalmente duplica la luz natural que refleja la ventana, bañando el comedor con brillo durante el día. Es un truco fundamental para trabajar las paredes y aprovechar al máximo la iluminación existente.