Quien tiene maple de huevos en casa, tiene un tesoro para su jardín
El maple de huevos es un material que todos solemos tener en casa ya que allí vienen embalado este superalimento repleto de beneficios para la salud y con un versátil poder gastronómico. Si bien todos lo tiran a la basura una vez que queda vacío, es necesario guardarlo porque resultará un aliado indispensable en la vitalidad del jardín, especialmente para el cuidado de plantas.
Jardín: para qué puedo utilizar un maple de huevo
Si cuentas con este trozo de cartón, puedes beneficiar al jardín desde distintas perspectivas. Por ejemplo, puedes cultivar pequeñas plantas, ya que los huecos del maple de huevo es perfecto para utilizar como macetas biodegradables para la siembra de semillas. Permiten cultivar pequeñas plántulas hasta que alcanzan un tamaño adecuado para ser trasplantadas a un espacio mayor en el parque o en macetas definitivas.
Además, el cartón de los maples de huevos es una fuente de calcio y otros nutrientes esenciales para las plantas. Al descomponerse, estos componentes se liberan en el suelo, mejorando su fertilidad de manera natural. En la misma línea, dada su naturaleza biodegradable, pueden incorporarse al compost. Su descomposición contribuye a enriquecer la mezcla final, aportando carbono y otros elementos beneficiosos para la estructura y la nutrición del suelo.
Por otro lado, este elemento que generalmente termina en la basura ayudará a combatir plagas. Además del maple de huevos, se necesitará una tijera, pimentón, canela en polvo, pimienta blanca y café molido.
El primer paso consiste en recortar individualmente cada uno de los alvéolos o agujeros del maple de huevos. Una vez separados, introducir la mezcla previamente preparada en el interior de cada uno de estos agujeros. La composición precisa de la mezcla anti plagas debe incluir pimentón, canela en polvo, pimienta blanca y café molido.
El paso final para activar esta barrera protectora es enterrar los alvéolos rellenos cerca de las plantas que se desean proteger o colocarlos estratégicamente cerca de posibles focos de plagas, como latas o áreas con residuos orgánicos. De esta forma, los insectos que atentan contra el bienestar de las especies cultivadas en el jardín se mantendrán lejos.
