En los meses de frío, el lavado constante de manos puede volverse un desafío para la piel. El jabón habitual, en muchos casos, provoca resequedad, grietas o enrojecimiento. Sin embargo, existe una alternativa sencilla y natural que probablemente ya tengas en tu cocina: la maicena o almidón de maíz.

¿Qué sucede si lavamos las manos con almidón de maíz?

Este ingrediente no solo limpia de manera eficaz, sino que también protege sin causar irritación ni sequedad. Se trata de un producto natural con propiedades antimicrobianas y calmantes, capaz de eliminar la suciedad sin dañar la barrera cutánea. De hecho, es ideal para quienes sufren manos sensibles durante el invierno, ya que brinda alivio incluso en jornadas con viento fuerte o bajas temperaturas.

Para usarla, basta con mezclar una cucharada de maicena con un poco de agua tibia hasta obtener una pasta ligera. Luego se aplica en las manos, se frota suavemente y se enjuaga con agua limpia. Aunque la sensación es distinta al jabón convencional, resulta igualmente efectiva y deja la piel suave, sin tirantez ni resequedad. También puede aplicarse después del lavado tradicional para evitar la pérdida de hidratación.

Otra opción natural es la harina de avena, que posee cualidades antiinflamatorias y calmantes, perfectas para pieles delicadas. Para aprovecharla, se coloca una cucharada en un paño de algodón, se sumerge en agua tibia y se exprime para liberar un líquido lechoso con el que se pueden limpiar las manos de manera suave.

Finalizado el lavado, se recomienda secar con pequeños toques y aplicar unas gotas de aceite vegetal para sellar la hidratación. Tanto la maicena como la harina de maíz son soluciones accesibles y efectivas para reemplazar al jabón cuando el invierno reseca la piel. Apostar por ingredientes naturales no solo cuida, sino que también mantiene las manos limpias y protegidas sin químicos ni perfumes artificiales.

¿Cómo evitar la resequedad en las manos en invierno?

Durante el invierno, cuidar la piel de las manos se vuelve fundamental para evitar la resequedad. Para mantenerlas saludables es importante aplicar con frecuencia cremas hidratantes, en especial después de cada lavado y antes de dormir; las más efectivas para pieles secas son las que contienen urea o aceites.

También conviene protegerlas del frío utilizando guantes al salir al exterior y optar por lavarlas con agua tibia en lugar de caliente, ya que esta última reseca aún más la piel. Los jabones suaves o limpiadores sin jabón son preferibles para evitar la irritación, mientras que el uso de un humidificador en casa ayuda a mantener la humedad del aire cuando la calefacción está encendida. A pesar de la temporada, no debe olvidarse el protector solar, pues las manos también se exponen a los rayos solares. Finalmente, es recomendable no excederse con el lavado, para no eliminar los aceites naturales que actúan como barrera protectora.