El anturio es una flor que destaca en cualquier jardín por su vibrante color rojo, pero para que crezca saludable y fuerte requiere cuidados específicos. Una excelente manera de nutrirlo es mediante un fertilizante casero, elaborado con ingredientes que seguramente tienes en casa, lo que permite estimular su crecimiento de manera natural y segura.

¿Cómo hacer un abono casero para mi anturio?

Este abono se prepara con cáscaras de banana, ricas en fósforo y potasio, que ayudan a mantener la tierra húmeda y proporcionan nutrientes esenciales para la planta. Para potenciar sus efectos, se añade un diente de ajo, reconocido por sus propiedades fungicidas y bactericidas, lo que protege al anturio de enfermedades comunes.

Las cáscaras y el ajo se colocan en un recipiente con agua filtrada y se dejan macerar durante al menos dos semanas en un lugar fresco y seco. Una vez transcurrido este tiempo, se filtra la mezcla y se aplica el líquido directamente en el suelo donde está el anturio. Con este abono casero, la planta se fortalecerá, crecerá con más vigor y estará protegida de agentes externos, asegurando flores más grandes y saludables.

¿Cómo lograr que mi anturio dure mas tiempo?

Para que tu anturio se mantenga saludable y florezca por más tiempo, es fundamental brindarle las condiciones adecuadas de luz, riego, humedad y nutrientes. Esta planta prefiere luz brillante pero indirecta, ya que la exposición directa al sol puede quemar sus hojas y un nivel insuficiente de luz provoca crecimiento lento y hojas de color apagado.

En cuanto al riego, el sustrato debe mantenerse ligeramente húmedo, regando aproximadamente una vez por semana o cuando la superficie esté seca al tacto, asegurándose de que la maceta drene correctamente para evitar el encharcamiento y la pudrición de las raíces; en climas cálidos, puede ser necesario regar hasta dos o tres veces por semana. Además, los anturios prosperan en ambientes húmedos, por lo que es recomendable pulverizar sus hojas regularmente, colocar la maceta sobre una bandeja con guijarros y agua, o incluso utilizar un humidificador para mantener una humedad relativa del 60 % o más.

La fertilización de estas plantas debe realizarse con un abono equilibrado, preferentemente con un ligero incremento de fósforo, aplicado según las indicaciones del producto durante la temporada de crecimiento, evitando el exceso que podría dañar la planta. Para un correcto mantenimiento, es importante retirar las flores marchitas cortando todo el tallo desde la base, eliminar hojas secas o marrones y trasplantar la planta cada dos o tres años, o cuando la maceta se quede pequeña, asegurando así un crecimiento continuo y saludable.