Aunque solemos escuchar que tomar ocho vasos de agua al día es la clave para estar bien hidratados, nuevos hallazgos científicos invitan a mirar más allá de esta recomendación general. Un estudio internacional revela que nuestras verdaderas necesidades de agua pueden ser mucho más complejas y personalizadas de lo que imaginamos.

¿Cuánta agua beber al día?

Durante mucho tiempo se ha recomendado de forma generalizada consumir ocho vasos de agua al día para mantenerse hidratado, pero un reciente estudio internacional pone en duda esta cifra universal. Liderado por el investigador Yosuke Yamada y publicado en la revista Science, el trabajo analizó el “recambio hídrico” de más de 5.600 personas de distintas edades y países, evaluando no solo el agua bebida, sino también la que se obtiene de los alimentos y la producida por el metabolismo, así como la que se elimina mediante la respiración, el sudor y otros procesos.

Los resultados mostraron que la necesidad de agua varía significativamente según factores como la edad, el sexo, el nivel de actividad física, la masa muscular, el clima, la altitud e incluso el desarrollo del país donde se vive. Por ejemplo, los hombres jóvenes pueden requerir más de cuatro litros diarios, mientras que adultos mayores necesitan menos.

También se observó que quienes realizan actividad física intensa o viven en zonas cálidas o a gran altitud presentan un recambio hídrico mayor. Aunque estos hallazgos no implican que deba dejarse de lado la hidratación, sí sugieren que las necesidades de agua son más individuales de lo que se pensaba. Aproximadamente el 85% del agua necesaria se cubre con líquidos y alimentos, lo que implica que, si una persona tiene un recambio hídrico de cuatro litros al día, debería ingerir al menos 3,4 litros.

¿Cuáles son los peligros de no bebes suficiente agua?

No consumir la cantidad adecuada de agua puede desencadenar un estado de deshidratación que afecta seriamente la salud. Este desequilibrio ocurre cuando el cuerpo carece del agua suficiente para funcionar correctamente, lo que puede derivar en una serie de problemas, desde infecciones urinarias y cálculos renales hasta, en casos extremos, insuficiencia renal. Incluso una deshidratación leve puede disminuir notablemente el rendimiento físico y mental, provocando fatiga, falta de concentración y malestar general.

Además, no beber agua afecta el sistema digestivo, generando estreñimiento y otros trastornos. Otros síntomas comunes incluyen sequedad en la boca, dolor de cabeza, mareos, cambios de humor y calambres. En sus formas más graves, la deshidratación puede causar confusión, taquicardia y, según la OMS, incluso poner en riesgo la vida por fallo orgánico. Por eso, mantenerse bien hidratado es esencial para preservar la salud y el equilibrio del organismo.