Ni la alimentación ni el ejercicio: el hábito clave que jamás debes postergar después de los 50 años

Nuestra rutina diaria influye directamente en nuestra salud a largo plazo. Hábitos como una mala alimentación o el sedentarismo pueden aumentar el riesgo de enfermedades, mientras que otros, como una adecuada hidratación, tienen un impacto significativo en la función cognitiva.
¿Cómo cuidar mi cuerpo después de los 50 años?
A medida que envejecemos, el cerebro, al igual que otros órganos, se deteriora con el tiempo, pero ciertos factores pueden acelerar este proceso. Un estudio realizado por la Universidad Rovira i Virgili y el CIBERobn analizó a más de 2.000 adultos mayores con sobrepeso, obesidad y síndrome metabólico, evaluando su salud cognitiva durante dos años.
Los resultados mostraron que aquellos con una hidratación deficiente presentaban un deterioro cognitivo más pronunciado en comparación con quienes consumían suficiente agua. El agua, que representa el 60% del peso corporal, es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo.
Sin embargo, muchas personas subestiman su importancia y no consideran cómo la deshidratación puede afectar la memoria y otras funciones cognitivas. Según el Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS), el cuerpo pierde aproximadamente 2 litros de agua al día a través de la respiración, la sudoración y la eliminación de desechos.
Algunas señales de deshidratación incluyen sequedad en la boca, fatiga, piel seca, debilidad, dolores de cabeza y dificultades para concentrarse. Un buen indicador del nivel de hidratación es el color de la orina: cuanto más clara, mejor hidratado está el organismo. Los expertos recomiendan beber entre 8 y 10 vasos de agua diarios y no esperar a sentir sed, ya que esta es una señal tardía de deshidratación.
¿Cuáles son los peligros de no hidratarse correctamente?
La deshidratación puede tener efectos severos en la salud, incluyendo daño cerebral, convulsiones e incluso la muerte. Algunos de los síntomas más comunes son mareos, dolor de cabeza, debilidad, fatiga, sequedad en la boca, pérdida del apetito, confusión y somnolencia.
Si no se trata a tiempo, puede derivar en complicaciones como presión arterial baja, daño en los riñones y el hígado, infecciones urinarias, cálculos renales, insuficiencia renal y convulsiones. En casos de deshidratación grave, es fundamental buscar atención médica de inmediato, especialmente si se presentan signos como desmayos, ausencia de micción, latidos acelerados, respiración rápida o shock.
En los niños pequeños, los síntomas pueden manifestarse de manera diferente, incluyendo boca y lengua secas, llanto sin lágrimas, falta de orina por períodos prolongados, ojos y mejillas hundidas, así como irritabilidad. Recuerda prestarle atención a tu cuerpo y descubrir qué problema puedes estar padeciendo.