La lengua de suegra es una de las plantas más elegidas en los hogares argentinos, no solo por su valor estético, sino también porque requiere muy pocos cuidados para mantenerse en buen estado. Sin embargo, un error muy común puede arruinarla en cuestión de días: el exceso de riego.

¿Cómo cuidar correctamente mi lengua de suegra?

Según especialistas en jardinería, las raíces de esta especie son extremadamente sensibles a la humedad. Si la tierra no llega a secarse por completo entre cada riego, las raíces comienzan a pudrirse y la planta pierde vitalidad rápidamente. Esto ocurre porque la lengua de suegra tiene la capacidad de almacenar agua en sus hojas carnosas, lo que le permite resistir periodos largos sin hidratación.

Por ese motivo, mantener la tierra húmeda de manera constante provoca que las raíces se asfixien y, finalmente, se deterioren. Para conservarla saludable, lo ideal es dejar que el sustrato se seque por completo antes de volver a regar. Durante la primavera y el verano basta con hidratarla cada 10 o 15 días, mientras que en otoño e invierno puede pasar hasta un mes sin necesitar agua.

Es fundamental utilizar macetas con orificios en la base para evitar la acumulación de líquido y nunca dejar agua estancada en platos debajo de la maceta, ya que eso acelera la pudrición de las raíces. Además, cuando la planta se encuentra en espacios con poca luz o temperaturas bajas, conviene espaciar aún más los riegos.

Algunas señales permiten identificar si la lengua de suegra está recibiendo demasiada agua: hojas blandas o con manchas oscuras, un olor desagradable en la tierra o raíces ennegrecidas y deterioradas al revisar la maceta. Detectarlas a tiempo es clave para salvar la planta y evitar que se seque por completo.

¿Cómo "revivir" una lengua de suegra?

Para revivir una lengua de suegra, se pueden usar hojas enteras en buen estado o cortar aquellas que estén dañadas y plantar los trozos en un sustrato adecuado para que desarrollen raíces y generen nuevos hijuelos. Es fundamental dejar que el corte de la hoja cicatrice durante algunos días en un sustrato seco, aplicando canela, azufre o aloe vera para protegerlo de infecciones.

Una vez cicatrizada, se debe colocar en una mezcla para suculentas que mantenga la tierra ligeramente húmeda y situar la planta en un lugar con luz indirecta, realizando riegos moderados y dejando que la tierra se seque completamente entre cada uno para evitar la pudrición. Al cortar la hoja de la planta madre, conviene asegurarse de eliminar cualquier parte podrida y utilizar un cuchillo desinfectado. La hoja puede plantarse entera o en secciones más pequeñas para obtener varias plantas nuevas de una sola pieza.

Posteriormente, se puede colocar la lengua de suegra directamente en tierra húmeda o en agua solo la parte cortada, hasta que se desarrollen raíces. Durante el proceso de enraizado, es importante mantener la paciencia: los primeros días el sustrato debe permanecer seco para favorecer la cicatrización, luego se humedece sin excederse, siempre evitando la luz solar directa que podría dañar las hojas. El enraizado puede tardar entre tres y cinco meses, y los nuevos hijuelos empezarán a crecer aproximadamente a los 40 días.