La época del año donde debes podar un rosal, según expertos en jardinería
La poda es una tarea fundamental para garantizar que un rosal crezca fuerte, equilibrado y con flores de alta calidad. Sin embargo, no todas las estaciones del año resultan igual de efectivas para realizarla, y hacerlo en el momento inadecuado puede reducir la producción floral o incluso debilitar la planta.
¿Cuándo es mejor podar un rosal?
Aunque muchos creen que la primavera es la época ideal, los expertos en jardinería aconsejan esperar hasta finales del invierno, justo antes de que aparezcan los nuevos brotes. En esta fase, la planta puede concentrar toda su energía en generar flores más grandes, sanas y resistentes.

Además del momento, la técnica es clave: eliminar ramas secas, débiles o enfermas, así como aquellas que crecen hacia el interior, mejora la circulación del aire y reduce el riesgo de plagas. Utilizar tijeras limpias y afiladas, cortar por encima de una yema externa y recortar aproximadamente un tercio de la planta ayuda a estimular nuevos brotes y a mantener una estructura fuerte. También se recomienda aplicar sellador o pasta cicatrizante para proteger los cortes, regar de forma moderada tras la poda y fertilizar al inicio de la brotación para asegurar una floración abundante y prolongada.
¿Por qué es importante podar mis rosales?
La poda de rosales es una práctica fundamental para garantizar que la planta se mantenga sana, vigorosa y con una floración de calidad. Este proceso no solo contribuye a preservar su belleza, sino que también cumple un papel clave en la prevención de enfermedades y plagas. Al eliminar ramas muertas, enfermas o dañadas, se eliminan posibles focos de infección que podrían extenderse a las partes sanas del rosal, afectando su desarrollo.
Además, la poda estimula la producción de nuevos brotes y ramas, lo que se traduce en una mayor cantidad de flores y una floración más prolongada. Retirar las flores marchitas permite que la planta concentre su energía en la formación de nuevos capullos, en lugar de desperdiciarla en estructuras que ya no aportan vitalidad.

Otro beneficio importante es el control del tamaño y la forma, lo que ayuda a mantener una estructura equilibrada y estética, evitando que el rosal crezca en exceso o se vuelva desordenado. Asimismo, la poda mejora notablemente la circulación de aire entre las ramas, reduciendo la humedad interna y minimizando el riesgo de aparición de hongos y otras enfermedades.