La conducta que si la trasladas de perros a gatos será muy peligroso
Los especialistas vinculados al mundo de las mascotas consideran que existen diversas cuestiones a las cuales hay que prestarle especial atención para poder entenderlas. Si lo has visto en más de una ocasión, y sobre todo en el último tiempo, acá podrás develar la conducta de los perros que no se la deberás trasladar a los gatos.
Nos vamos a referir en particular a la conducta que si la trasladas de perros a gatos será muy peligroso. Para ser más específicos, para el caso en que esta situación sea detectada. La respuesta podrás encontrarla en esta nota, para poder analizar y tratarlo, en caso de que sea necesario y según la visión de los científicos de mascotas.
La conducta peligros de las mascotas
La creciente tendencia a brindar cuidados casi humanos a nuestras mascotas ha llevado a prácticas novedosas, desde vestirlas hasta ofrecerles dietas gourmet. Sin embargo, algunas de estas costumbres, aunque bienintencionadas, pueden ser perjudiciales cuando se trasladan directamente del mundo canino al felino. Un ejemplo claro es la práctica, cada vez más visible, de pasear gatos con correa. Si bien algunos dueños lo ven como una forma de enriquecer la vida de sus mininos, esta conducta, común en perros, puede acarrear riesgos significativos para el bienestar de los gatos.
Expertos en comportamiento de las mascotas han analizado detenidamente esta práctica, señalando las diferencias fundamentales entre la naturaleza canina y felina. Los perros, con su instinto de manada y su predisposición a seguir a sus líderes, suelen adaptarse bien al paseo con correa, disfrutando de la exploración y el ejercicio al aire libre junto a sus dueños. En contraste, los gatos son animales mucho más territoriales e independientes, para quienes su hogar representa un refugio seguro y conocido.
Someter a un gato a un paseo con correa puede generarles un estrés considerable. A diferencia de los perros, los felinos no están naturalmente inclinados a caminar largas distancias junto a sus dueños en entornos desconocidos. Pueden sentirse vulnerables y expuestos, lo que se manifiesta en miedo, ansiedad e incluso comportamientos defensivos. Su reacción ante estímulos externos, como ruidos fuertes o la presencia de otras mascotas puede ser mucho más intensa y generarles un trauma.
