Las flores blancas son una opción clásica y elegante para cualquier jardín, destacando por su belleza atemporal y el simbolismo que representan, asociado a la pureza, la paz, la inocencia y la lealtad. Plantarlas en agosto permite aprovechar las condiciones de clima que favorecen su crecimiento, ya sea en jardines abiertos o en macetas, aportando luminosidad y sofisticación al espacio.

¿Qué flores plantar en agosto?

Entre las especies de plantas más recomendadas se encuentran el jazmín, con sus flores cerosas y aroma tropical; la petunia, ideal para macetas colgantes por su abundante floración; y la verbena, que además de sus pequeñas flores tubulares atrae mariposas y es resistente al frío.

Otras flores blancas que no pueden faltar en un jardín de agosto incluyen la dalia, con sus grandes y simétricas flores que destacan en arreglos ornamentales; el crisantemo, famoso por sus inflorescencias globosas y su valor decorativo; y el lirio, con su fragancia intensa y pétalos en forma de copa o estrella.

También destacan la gardenia, con sus flores cerosas y aromáticas; la camelia, que puede cultivarse como arbusto o pequeño árbol; la cala, elegante y sofisticada para jardines y balcones; y la azalea, perfecta para setos o parterres, adaptándose a distintos climas y aportando color y textura. Con un cuidado adecuado, luz, riego moderado y suelo bien drenado, estas flores blancas no solo embellecen el entorno, sino que también transmiten frescura y armonía, convirtiéndose en una excelente elección para sembrar en agosto.

¿Cómo lograr que las flores de mis plantas duren más tiempo?

Para prolongar la vida de las flores en plantas, es fundamental mantener el sustrato constantemente húmedo pero sin llegar al encharcamiento, proporcionarles la cantidad adecuada de luz según sus necesidades, protegerlas del viento y de las temperaturas extremas, y retirar regularmente las flores marchitas para evitar que afecten a las restantes.

El riego debe realizarse de manera equilibrada, ajustándose al tipo de flor y a las condiciones climáticas, regando cuando la capa superior del sustrato esté seca al tacto. La luz es esencial para la fotosíntesis, aunque algunas especies pueden quemarse con la exposición directa al sol, por lo que es importante conocer los requerimientos específicos de cada planta. Un buen flujo de aire ayuda a prevenir enfermedades causadas por hongos y bacterias, evitando que las flores estén demasiado juntas y asegurando que tengan espacio para respirar.

Además, es importante protegerlas de temperaturas extremas, moviendo las macetas a lugares más resguardados si es necesario. Retirar las flores marchitas es clave, ya que estas pueden liberar etileno, un gas que acelera el envejecimiento de las flores restantes. El uso de un fertilizante adecuado según las instrucciones del fabricante proporciona los nutrientes necesarios para un crecimiento saludable y una floración más duradera.

Asimismo, el sustrato debe contar con buen drenaje para evitar el encharcamiento y, al mismo tiempo, retener la humedad suficiente para las raíces; se puede mejorar agregando materia orgánica como compost o humus de lombriz. Por último, revisar las flores con frecuencia permite detectar plagas o enfermedades a tiempo, y ante cualquier problema se puede actuar con productos fitosanitarios específicos o remedios caseros, como el aceite de neem, garantizando así que las flores se mantengan sanas y vistosas por más tiempo.