La firma personal puede revelar una gran cantidad de información sobre la vida y la personalidad de una persona, incluyendo su temperamento, experiencias y relaciones con quienes la rodean. En especial, cuando alguien opta por firmar con su nombre completo sin abreviaturas ni garabatos, este gesto adquiere un significado particular desde la perspectiva de la grafología. Esta disciplina interpreta la firma como una forma de comunicación que expresa cómo una persona se relaciona consigo misma y con los demás.

¿Cómo interpretar mi firma?

Lucía Daluz, presidenta del Centro de Estudios Grafológicos, señala que antiguamente era común firmar de forma clara como señal de responsabilidad frente a lo que se escribía, mientras que hoy en día muchas personas tienden a ocultarse tras rúbricas ilegibles, reflejo de una sociedad que, según ella, evita mostrarse auténticamente. Cuando una persona firma con su nombre y apellido, o incluso con todos sus nombres y apellidos, no solo muestra profesionalismo y compromiso, sino también una identidad definida y firme.

Este tipo de firma suele asociarse a personas organizadas, meticulosas y con un alto sentido del deber, que valoran tanto su identidad personal como familiar. Además, en entornos formales, este hábito evita confusiones y reafirma el deseo de ser reconocido. Por el contrario, quienes firman con apodos o seudónimos tienden a proyectar una actitud más relajada y confiada frente a las convenciones. La forma de firmar no es un mero formalismo, sino una expresión significativa de la personalidad y del vínculo que cada individuo mantiene con su propia imagen.

¿Cómo hacer una firma legal?

Una firma legal, ya sea manuscrita o electrónica, cumple un rol fundamental al validar la identidad del firmante y su consentimiento sobre un documento. En el caso de la firma manuscrita, esta debe ser clara, reconocible y expresar la intención de aceptar los términos establecidos. Aunque existen distintos estilos, como la firma legible, con rúbrica o rúbrica pura, lo esencial es que permita identificar sin ambigüedad a quien firma.

Por su parte, la firma electrónica también debe vincularse de forma única al firmante, garantizar que el contenido del documento no ha sido modificado tras la firma, y cumplir con los requisitos legales que aseguren su validez. En Perú, existen varias modalidades de firma electrónica. La más formal es la Firma Electrónica Avanzada (FEA), que se obtiene por medio de entidades certificadas y requiere la verificación de identidad mediante cédula.

Puede usarse en dispositivos físicos (token) o en línea con ClaveÚnica. También está disponible la Firma Electrónica Avanzada Online (FAO), que permite adquirir la firma completamente en línea con vigencias de uno a tres años. Estas herramientas son clave para trámites como la constitución de empresas a través de la plataforma “Empresa en un día”, que acepta tanto firmas electrónicas como notariales.

En algunos procesos administrativos se exige contar con un certificado digital o estar inscrito en sistemas de identificación y firma digital oficiales. La firma legal, ya sea tradicional o digital, debe reflejar la voluntad del firmante, resguardar la integridad del documento y asegurar su autenticidad.