El secreto de especialistas para recuperar la flexibilidad perdida después de los 40 años

Recuperar la flexibilidad mejora la postura, la movilidad y la calidad de vida.
El secreto de especialistas para recuperar la flexibilidad perdida después de los 40 años
Estirarse con constancia es la clave para mantener el cuerpo ágil a cualquier edad. Foto: Canva
martes, 12 de agosto de 2025

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Con el paso de los años, especialmente a partir de los 40 años, es habitual notar que acciones simples como agacharse para recoger algo o atarse los zapatos empiezan a costar más. Esto sucede porque el cuerpo pierde masa muscular, un fenómeno llamado sarcopenia, el tejido conjuntivo se seca y los músculos reaccionan con menos rapidez. A estos cambios naturales se suman factores como el sedentarismo, el estrés y las malas posturas, que favorecen la rigidez articular y muscular.


¿Cómo recuperar la flexibilidad del cuerpo?


La flexibilidad es mucho más importante de lo que parece. No se trata únicamente de lograr posturas extremas como un gimnasta, sino de moverse con amplitud y sin dolor. Mantenerla en buen estado mejora la postura, ya que evita que unas zonas del cuerpo trabajen de más para compensar la rigidez de otras. También ayuda a reducir el riesgo de lesiones, favorece la circulación sanguínea, incrementa el rendimiento físico y puede incluso alargar la vida, al permitir que el cuerpo se mantenga activo y ágil con el paso del tiempo.


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Para recuperar la flexibilidad no es necesario un entrenamiento complejo ni costoso. Bastan estiramientos sencillos que trabajen zonas clave como la columna vertebral, la parte posterior de las piernas, la espalda, el pecho y las caderas. Ejercicios como el Gato-Vaca, las flexiones hacia delante o las aperturas de pecho y cadera son ideales para liberar tensiones, mejorar la postura y devolver la elasticidad perdida.


La clave está en la constancia y en escuchar al cuerpo. Dedicar entre 10 y 15 minutos, tres veces por semana, es suficiente para notar cambios en pocas semanas. Es importante no forzar los movimientos, dejar que la respiración marque el ritmo y encontrar el momento del día en que el cuerpo esté más dispuesto a relajarse y estirarse. Con paciencia, la flexibilidad perdida puede recuperarse, devolviendo libertad y comodidad a cada movimiento cotidiano.


¿Por qué se pierde la flexibilidad?


La pérdida de flexibilidad se debe principalmente a factores como el envejecimiento, la inactividad, las lesiones y ciertos hábitos posturales. Con el paso del tiempo, los tejidos conectivos pierden elasticidad y los músculos se vuelven menos flexibles, lo que reduce el rango de movimiento de las articulaciones.


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La falta de actividad física y el sedentarismo favorecen que los músculos se acorten y se endurezcan, mientras que las lesiones en músculos, ligamentos o tendones pueden generar cicatrices y rigidez en la zona afectada. Algunas enfermedades, como la artritis, provocan inflamación y dolor articular, lo que también limita la movilidad.


Además, permanecer durante largos periodos en la misma postura, como estar sentado frente a una computadora, acorta ciertos grupos musculares y disminuye su capacidad de estiramiento del cuerpo. Finalmente, la ausencia de estiramientos regulares impide mantener la elasticidad de los tejidos, lo que favorece la rigidez y contribuye a la pérdida progresiva de flexibilidad.

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