El alimento clave para tener una vida saludable y duradera
La búsqueda del secreto para una vida saludable y duradera ha cautivado a la humanidad durante siglos. Si bien la genética juega un papel, los hábitos diarios con la comida son los verdaderos arquitectos de la longevidad. Un reciente caso de estudio de una mujer que alcanzó los 117 años ha arrojado luz sobre un alimento simple, pero poderoso, que podría ser un pilar fundamental de su vitalidad.
Sorprendentemente, esta mujer incorporó en su dieta diaria hasta tres porciones de este alimento natural de alta calidad, rico en probióticos, un hábito que los investigadores consideran clave para su excepcional salud.
El alimento que garantiza salud
El yogur que consumía esta supercentenaria, de la marca La Fageda y elaborado en Girona, es reconocido por su alto contenido de cultivos vivos y probióticos. Según el equipo científico que analizó su caso, este alimento habría jugado un papel esencial en el equilibrio de su microbiota intestinal. Una flora bacteriana sana es fundamental, ya que actúa como una primera línea de defensa para el organismo. Mantener este equilibrio fortalece las defensas y, lo más importante en la tercera edad, reduce significativamente el riesgo de infecciones, una de las principales amenazas para las personas en edades avanzadas.

Este caso subraya la importancia de los probióticos en este alimento más allá de la mera digestión. Nuestro intestino, a menudo llamado el "segundo cerebro", influye directamente en nuestro sistema inmunológico y en nuestro bienestar general. El consumo regular de yogur natural, sin azúcares añadidos ni edulcorantes artificiales, es una forma sencilla de nutrir las bacterias beneficiosas que residen en nuestro cuerpo. Al hacerlo, creamos un ambiente interno más resiliente, capaz de combatir patógenos y optimizar la absorción de nutrientes, sentando las bases de una salud robusta a largo plazo.

Sin embargo, el alimento del yogur no fue el único factor distintivo en su rutina; el equipo científico también destacó el patrón alimenticio general de la mujer. Su día comenzaba con desayunos muy completos y nutritivos. Estos incluían, de forma consistente, batidos a base de hasta ocho variedades de cereales diferentes. La clave no estaba en la cantidad, sino en la diversidad y calidad de lo que consumía cada mañana, preparando su cuerpo para el día.