¿Está bien o está mal? El secreto de los veterinarios sobre tratar a las mascotas como hijos

Los especialistas vinculados al mundo de las mascotas consideran que existen diversas cuestiones a las cuales hay que prestarle especial atención para poder entenderlas. Si lo has visto en más de una ocasión, y sobre todo en el último tiempo, acá podrás develar si es correcto tratar a tus animales como hijos, según los veterinarios.
Nos vamos a referir en particular al motivo por el que algunas personas tratan a las mascotas como hijos. Para ser más específicos, para el caso en que esta situación sea detectada. La respuesta podrás encontrarla en esta nota, para poder analizar y tratarlo, en caso de que sea necesario y según la visión de los científicos de mascotas.
Las mascotas como hijos
Angélica González Barrera, especialista en comportamiento de mascotas, señala que esta humanización puede interferir con la capacidad de las mascotas para desarrollar instintos y hábitos esenciales. Al atribuirles emociones y comportamientos humanos, los dueños pueden, sin darse cuenta, obstaculizar procesos naturales como la correcta socialización con otros animales o la expresión de su juego libre. Esta confusión de roles puede impedir que la mascota se desenvuelva de manera saludable en su propio mundo.
Por su parte, Jorge Gallego Rodríguez, experto en familias multiespecie, aclara que aunque las mascotas comparten nuestra vida familiar, su naturaleza es intrínsecamente diferente a la humana. La común frase "mi perro es mi hijo" puede generar una visión distorsionada del vínculo, donde se pasan por alto las necesidades específicas de la especie. Esta perspectiva puede llevar a los dueños a interpretar erróneamente las señales de sus mascotas y a satisfacer deseos humanos en lugar de requerimientos animales.
El educador de mascotas Conrado Clavijo coincide en que este tipo de apego puede ser la raíz de diversos problemas de comportamiento. La sobreprotección, el uso de accesorios innecesarios como ropa o perfumes, son ejemplos de cómo la buena intención humana puede interferir con el lenguaje corporal y olfativo natural de los perros. Estas barreras en la comunicación pueden derivar en dificultades para interactuar con otros canes, aumento de miedos, reacciones agresivas e incluso el desarrollo de ansiedad por separación, un trastorno cada vez más frecuente en las consultas veterinarias.