¿Comer, ser social o el ejercicio? Cuál es el mejor hábito para el corazón

Aunque el camino hacia una vida larga y saludable es una autopista de múltiples carriles, debe ser considerado el carril preferencial para la salud del corazón y la autonomía
¿Comer, ser social o el ejercicio? Cuál es el mejor hábito para el corazón
Corazón Foto: Canva
martes, 28 de octubre de 2025

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Cuando se habla de longevidad y salud cardiovascular, la discusión a menudo se centra en una tríada fundamental: la alimentación, las relaciones sociales y el ejercicio físico. Si bien cada uno de estos factores contribuye de manera significativa al bienestar del corazón, los expertos han comenzado a establecer jerarquías sobre cuál de estos hábitos ofrece el mayor impacto a largo plazo.

Según el reconocido cardiólogo Eric Topol, aunque una alimentación saludable y las relaciones sociales sólidas juegan un papel indiscutible, el ejercicio físico se posiciona como la herramienta más potente y crucial para prolongar la salud del corazón y la autonomía funcional con el paso del tiempo.

Mejorar el corazón con ejercicio

La propuesta de Topol se aleja de las fórmulas complicadas, los suplementos milagrosos o los regímenes extremos, invitando a mirar hacia la simplicidad y la constancia del movimiento. Su investigación y la experiencia clínica apuntan a que una rutina de actividad física regular, que no necesariamente debe ser extenuante, es más que suficiente para marcar una diferencia sustancial en la prevención de las enfermedades crónicas del corazón que más afectan a la población envejecida. Entre ellas se destacan el cáncer, las enfermedades cardíacas, que son la principal causa de mortalidad a nivel global, y los trastornos neurodegenerativos, que minan la calidad de vida.

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La razón por la cual el ejercicio se erige como el hábito supremo radica en su capacidad para influir en procesos biológicos que se desarrollan a lo largo de décadas. "Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo", sostuvo el médico. Este largo periodo de incubación subraya la importancia de intervenciones tempranas y sostenidas. El ejercicio actúa a nivel molecular y celular, mejorando la función endotelial, reduciendo la inflamación crónica y modulando la respuesta del organismo al estrés oxidativo, factores clave en la etiología de las enfermedades crónicas del corazón.

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A juicio del especialista, el ejercicio no solo actúa como un escudo robusto frente al desarrollo de la enfermedad en el corazón, sino que también ofrece un beneficio inmediato y palpable al mejorar la calidad de vida en el presente. Los efectos positivos se extienden más allá de la salud cardiovascular, impactando directamente en la movilidad y la independencia. Específicamente, las actividades centradas en desarrollar la fuerza de prensión —la capacidad de sostener o apretar objetos— o la resistencia muscular muestran efectos positivos directos. Estas mejoran el equilibrio y son predictoras clave de la independencia funcional de los adultos mayores, permitiéndoles realizar tareas cotidianas sin asistencia.

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