¿Adiós a la decoración con plantas de interior?: lo que dice la cultura japonesa al respecto
En Occidente, la tendencia de la "jungla urbana" ha popularizado los interiores repletos de macetas y follaje exuberante. Sin embargo, la cultura japonesa ofrece una perspectiva radicalmente diferente y profundamente reflexiva sobre la integración de las plantas en la decoración del hogar.
La filosofía oriental no aboga por el adiós a la decoración vegetal, sino más bien por un adiós al exceso. En lugar de acumular plantas, la tradición japonesa nos invita a una selección cuidadosa y a una apreciación consciente, transformando la decoración en un acto de meditación y respeto por la naturaleza.
La decoración con plantas
El enfoque japonés se basa en el principio estético de Wabi-Sabi, que celebra la belleza de la imperfección, la simplicidad y lo transitorio. Aplicado a la decoración con plantas, esto se traduce en una elección minimalista y altamente selectiva. Los japoneses eligen deliberadamente pocas plantas, pero invierten un gran esfuerzo en su cuidado. Esta dedicación no es solo botánica, sino también espiritual, ya que el acto de nutrir y observar una única planta de cerca fomenta la calma y la conexión con el entorno natural.
Las especies de plantas elegidas para el interior suelen ser aquellas que evocan una sensación de paz, armonía y atemporalidad. Lejos de la profusión de especies tropicales, la predilección se inclina hacia elementos de diseño concentrado como el bonsái, que representa la naturaleza en miniatura y el paso del tiempo. También son populares las ramas de bambú o cualquier otra planta de interior que posea una estructura elegante y simple, invitando a la contemplación y a un respiro visual en medio del caos cotidiano.
La ubicación de estas plantas es tan importante como su elección. Siguiendo la premisa de no llenar demasiado el espacio, cada planta se coloca estratégicamente, buscando destacar su forma y textura únicas. Esta calma en la colocación se relaciona con el concepto de espacio negativo o Ma, un principio estético donde el vacío tiene tanto valor como el objeto. Una sola maceta en una esquina bien iluminada se convierte así en un punto focal poderoso, respirando libremente y aportando serenidad a la estancia.
