Si alguna vez viste un pequeño ramo de laurel colgado en una puerta o ventana, es posible que hayas pensado que se trataba de una decoración natural, quizás una alternativa simple y rústica a una corona decorativa. Sin embargo, este gesto va más allá de lo estético.

¿Por qué se colocan ramas de laurel en puertas o ventanas?

La costumbre de colgar laurel tiene raíces ancestrales, vinculadas a tradiciones espirituales, rituales de protección y creencias sobre la energía del hogar. En civilizaciones como la griega y la romana, el laurel representaba victoria, sabiduría y defensa contra el mal. No por nada se coronaba a emperadores con sus hojas: era un símbolo poderoso de protección y fuerza.

En la actualidad, muchas personas siguen colgando ramitas de laurel (frescas o secas) en la entrada del hogar como amuleto para alejar malas energías, atraer prosperidad y mantener el equilibrio en el entorno familiar. Aunque para algunos es solo una tradición popular, hay quienes aseguran que el laurel ayuda a purificar el aire y funciona como un repelente natural de insectos gracias a su aroma.

No obstante, su principal uso sigue siendo simbólico: se cree que actúa como una barrera protectora, que filtra las malas vibras y permite que entre solo lo positivo. Según la creencia, si la rama se seca rápidamente o se cae por sí sola, puede interpretarse como una señal de que ya cumplió su propósito.

Este ritual es muy simple y puede realizarse con pocos elementos. Solo necesitas una ramita de laurel, preferentemente fresca, aunque también puede usarse seca, un hilo rojo, cinta o cordel, y una intención clara, como pedir paz, protección o abundancia para el hogar. La ramita se ata con el hilo y se cuelga en la puerta principal, ya sea del lado de adentro o en el picaporte exterior. Algunas personas eligen acompañar este gesto con una oración o pensamiento positivo, lo que, según la creencia, potencia su efecto energético.

¿Cómo cuidar una planta de laurel?

Para cuidar correctamente una planta de laurel, es importante ubicarla en un lugar donde reciba abundante luz solar, aunque en climas cálidos puede adaptarse a la semisombra. Durante el invierno, agradece los espacios soleados. El riego debe ser moderado, asegurándote de hacerlo solo cuando la capa superior del suelo esté seca, ya que el exceso de agua o el encharcamiento pueden perjudicarla.

El sustrato ideal debe ser bien drenado; una mezcla de tierra universal con un poco de arena y materia orgánica suele funcionar muy bien. En cuanto a la nutrición, conviene fertilizar ligeramente en primavera y verano usando un abono equilibrado para plantas de jardín. La poda es recomendable para mantener la forma deseada, especialmente durante los meses cálidos. Es útil eliminar brotes que surgen del tronco y así mantener la planta sana y con buen aspecto.

Aunque es una especie resistente, puede verse afectada por plagas como la araña roja, por lo que se aconseja revisar las hojas con frecuencia y aplicar tratamientos insecticidas en caso de ser necesario. Si el laurel está en maceta, se debe trasplantar cada ciertos años, preferentemente en primavera, a un recipiente un poco más grande o directamente al suelo.

En regiones con inviernos fríos, es fundamental proteger la planta de las heladas y temperaturas extremas. Además de ser decorativo y aromático, el laurel tiene beneficios prácticos: sus hojas secas se utilizan en la cocina por su sabor, y también funcionan como repelente natural de insectos si se colocan en distintos rincones del hogar.