Colocar plantas en la mesa de la cocina no solo embellece el ambiente, sino que también puede aportar beneficios prácticos y para la salud. Ciertas especies no solo decoran, sino que purifican el aire, desprenden aromas que estimulan los sentidos e incluso sirven como ingredientes frescos para las comidas.

¿Por qué colocar plantas en la cocina?

Especialistas en botánica explican que la elección adecuada influye en el bienestar del hogar, ya que no todas las plantas soportan bien un espacio tan concurrido y expuesto a cambios de temperatura como la cocina. Algunas toleran mejor el calor, la humedad y la iluminación variable, y entre las más recomendadas destacan las hierbas aromáticas como albahaca, menta y romero, que aportan frescura y sabor a las recetas.

También son populares las plantas purificadoras como la cinta o malamadre (Chlorophytum comosum) y el potus (Epipremnum aureum), reconocidas por estudios de la NASA por su capacidad para filtrar compuestos del aire. Las suculentas, como el aloe vera, requieren pocos cuidados y ofrecen propiedades medicinales, como aliviar irritaciones leves en la piel. A la hora de elegir, es importante considerar la cantidad de luz natural y el tamaño de la mesa para que no interfieran con las comidas.

Ubicarlas en macetas decorativas, mantenerlas podadas y combinar especies ornamentales con comestibles permite crear un entorno funcional y estético. Más allá de su aspecto, las plantas pueden mejorar la calidad del aire, reducir el estrés, estimular el apetito y actuar como repelentes naturales de insectos, convirtiéndose en una solución sencilla y efectiva para lograr una cocina más saludable y acogedora.

¿Cómo evitar plagas en las plantas?

Para prevenir la aparición de plagas en las plantas, es esencial mantenerlas en buen estado de salud, revisarlas con frecuencia y aplicar métodos preventivos como el uso de especies repelentes y tratamientos naturales. Un jardín limpio, con buen drenaje y sin exceso de humedad, ayuda a evitar tanto los hongos como la proliferación de insectos dañinos.

Plantas como la albahaca, el romero, la lavanda o la menta son aliadas naturales para repeler plagas, mientras que la inspección periódica, sobre todo en el envés de las hojas, permite detectar problemas a tiempo. Asimismo, la eliminación de malas hierbas y restos vegetales evita que se conviertan en refugio de plagas, y un riego moderado previene la acumulación de agua que favorece enfermedades. El abonado regular fortalece las plantas, y un suelo bien drenado reduce el riesgo de encharcamientos. En huertos, la rotación de cultivos es clave para impedir que las plagas específicas de una especie se acumulen.

En caso de conocer la susceptibilidad de ciertas plantas a plagas concretas, se pueden aplicar tratamientos preventivos con productos naturales como aceite de neem, jabón potásico o extracto de ajo, que resultan menos agresivos para el medioambiente. Cuando la plaga ya está presente, lo primero es identificarla correctamente para aplicar la solución más efectiva. La eliminación manual puede ser útil en infestaciones leves, retirando insectos como orugas o cochinillas.

También se pueden emplear soluciones caseras con agua y jabón, aceite de neem o extractos naturales, y, si es necesario, recurrir a insecticidas específicos de origen preferentemente natural. En casos graves, eliminar las partes más afectadas de la planta puede evitar que el problema se propague. Con un cuidado constante y métodos respetuosos, es posible mantener el jardín libre de plagas y en óptimas condiciones.