Pocos lo saben: por qué debes colocar piedras blancas en el jardín
Aunque colocar piedras blancas en jardín puede ser una tendencia de paisajismo, se trata de una técnica que también está vinculada con la jardinería. Debes poner en práctica este recurso por los beneficios funcionales que aporta al microclima del parque y al mantenimiento del hogar.
Qué sucede al colocar piedras blancas en el jardín
El color y la cobertura de las piedras blancas ofrecen ventajas concretas, especialmente en ciudades de climas cálidos. Por ejemplo, las piedras de tonos claros tienen la capacidad de reflejar la luz solar. Esta reflexión evita que el suelo absorba una cantidad excesiva de calor, lo que ayuda a mantener la tierra más fresca durante los días de altas temperaturas. Esto es fundamental para el bienestar de las plantas.

Por otro lado, al crear una capa protectora sobre la tierra, las piedras actúan como un mulch inorgánico. Esta cobertura reduce significativamente la tasa de evaporación del agua del suelo. Como resultado, la humedad se mantiene por más tiempo, las plantas se benefician y la frecuencia de riego necesaria disminuye.
Además, las piedras blancas funcionan como una barrera física que bloquea la luz necesaria para el crecimiento de las malezas y los yuyos. Esto ayuda a frenar su proliferación, minimizando la necesidad de realizar tareas de desmalezado y evitando el uso de productos químicos.

Para maximizar los beneficios funcionales de las piedras blancas, los expertos en jardinería sugieren una aplicación estratégica:
- Utilizar piedras de tamaño mediano para cubrir áreas grandes, zonas de paso o el espacio alrededor de los canteros y macetas.
- Para potenciar el efecto antimalezas, se aconseja colocar las piedras sobre una malla antihierbas previamente tendida sobre el suelo. Esto ofrece una doble barrera contra el crecimiento de yuyos.
- Distribuir las piedras de manera pareja, rellenando los huecos con piezas más pequeñas si es necesario para garantizar una cobertura total del suelo.
- Limpiar las piedras periódicamente con agua para que conserven su color blanco y sigan reflejando la luz solar de manera óptima.