Tener un olivo en casa es todo un regalo: además de aportar belleza al jardín, es fácil de cuidar y ofrece frutos deliciosos para acompañar tus comidas. Si estás pensando en plantar uno, es útil conocer sus características, cuidados esenciales y algunos datos curiosos que te permitirán disfrutar de este árbol como un verdadero experto.

¿Cómo cuidar un olivo en casa?

El olivo, cuyo nombre científico es Olea europea, es un árbol mediterráneo muy apreciado en todo el mundo por sus frutos: las olivas o aceitunas. De ellos también se obtiene el aceite de oliva, conocido como “oro líquido”, un ingrediente fundamental en la gastronomía. Según el Gobierno de Mendoza, se trata de un árbol de hojas perennes y copa redondeada, muy longevo en condiciones adecuadas.

En cuanto a sus cuidados, el olivo destaca por su resistencia: soporta sequías, variaciones de temperatura y distintas precipitaciones. Elegir la variedad adecuada según el clima y el tipo de suelo es clave para su desarrollo. La plantación marca el inicio de sus raíces, y se recomienda hacerlo en temperaturas medias. Si se tiene en maceta durante los primeros años, conviene cambiarlo de ubicación según la temperatura para favorecer un buen enraizamiento.

La poda depende del uso que se le dé: para producción, se realiza una primera poda cuando el árbol es joven, otra a los cinco años para mantener un crecimiento equilibrado y, finalmente, una poda de rejuvenecimiento en la vejez. Además, el olivo necesita sol abundante, por lo que se debe colocar en un lugar luminoso del jardín, evitando rincones oscuros.

¿Cómo saber cuándo cosechar mi olivo?

La cosecha de un olivo depende del uso que se le quiera dar a las aceitunas. Si se buscan aceitunas de mesa, conocidas como verdeo, se recolectan cuando todavía están verdes y firmes, generalmente entre finales de septiembre y octubre, antes de que comience el envero. En cambio, para obtener aceite de oliva de alta calidad, lo ideal es recoger las aceitunas durante el envero, cuando empiezan a cambiar de color, pasando del verde al morado, momento en el que presentan una buena concentración de grasa y polifenoles, lo que suele ocurrir entre octubre y diciembre.

Factores como la variedad de la aceituna, la altitud y el clima influyen en la maduración y determinan el momento exacto de la cosecha, ya que algunas variedades maduran más temprano y otras más tarde. Mientras que las aceitunas completamente negras producen más aceite, su sabor y contenido de antioxidantes disminuyen, por lo que para aceite de calidad se prioriza recogerlas en el punto óptimo del envero.

Así, para aceitunas de mesa conviene recolectarlas verdes y firmes, mientras que para aceite se espera a que adquieran color y grasa suficiente, con la cosecha principal concentrándose entre octubre y enero, pudiendo extenderse según las condiciones del entorno.