Morderse las uñas tiene esta consecuencia para la salud que seguro no sabías

Morderse las uñas, o onicofagia, es un hábito nervioso que afecta la salud de millones de personas en todo el mundo. Comúnmente se percibe como un problema de índole cosmética o de higiene, pero sus consecuencias se extienden mucho más allá de las manos dañadas.

Esta compulsión con las uñas de forma repetitiva ejerce una presión antinatural y constante sobre la boca, desencadenando una cascada de problemas dentales que la mayoría de los afectados ignoran por completo.

El problema de morderse las uñas

La principal razón por la cual los expertos desaconsejan tajantemente la onicofagia es el desgaste e incluso la fractura de las piezas dentales. Esta consecuencia es especialmente visible en los incisivos superiores e inferiores, los dientes que asumen la mayor carga de fricción y presión al morder. La dureza de la uña, combinada con el movimiento repetitivo de mordida, genera microtraumatismos continuos. Estos impactos, aunque imperceptibles individualmente, desprenden pequeñas partículas del esmalte dental con el tiempo, provocando un desgaste prematuro y debilitando la estructura de los dientes.

Además del daño directo al esmalte, la presión constante que se ejerce sobre la dentadura tiene un efecto perjudicial en la alineación de las piezas. Morderse las uñas puede contribuir al apiñamiento dental o la mala oclusión, ya que la fuerza aplicada empuja los dientes hacia posiciones anómalas. Este desplazamiento es sutil al principio, pero con el tiempo altera la mordida natural y puede requerir tratamientos de ortodoncia costosos y prolongados. La boca no está diseñada para resistir esta tensión lateral y frontal de forma continuada, haciendo que el hábito de morder las uñas sea un factor de riesgo para la salud estructural de la sonrisa.

Otro problema significativo y a menudo pasado por alto que puede provocar la onicofagia son las lesiones en las encías. El tejido gingival es particularmente sensible a cualquier agresión externa, y el contacto repetido y a veces agresivo de los dedos y las uñas puede generar retracciones gingivales. Estas retracciones exponen parte de la raíz del diente, aumentando la sensibilidad dental y el riesgo de caries radiculares y enfermedad periodontal. La higiene comprometida de las manos también introduce bacterias en la boca que pueden inflamar las encías.