Durante las épocas de frío, muchas personas buscan maneras de calentar la cama antes de dormir, y aunque la tradicional bolsa de agua caliente sigue siendo una opción común, puede presentar ciertos riesgos. Si pierde agua, si no está bien cerrada o si entra en contacto directo con las sábanas, podría causar quemaduras o dañar el colchón. Por esta razón, ha ganado popularidad una alternativa más práctica y segura: las almohadillas térmicas eléctricas con apagado automático.

¿Cómo calentar la cama en invierno?

Originalmente diseñadas para aliviar molestias musculares, estas almohadillas se han vuelto una opción preferida para precalentar la cama. A diferencia de la bolsa de agua, no requieren hervir líquidos ni existe el peligro de derrames. La temperatura se ajusta fácilmente mediante un botón y muchas de estas almohadillas incluyen fundas lavables y tejidos muy suaves, lo que mejora la experiencia de uso.

Además, son planas y flexibles, lo que permite colocarlas entre las sábanas sin que dejen marcas o representen un riesgo de quemaduras, ya que incorporan sensores que controlan el sobrecalentamiento. Otro aspecto valorado es su bajo consumo de energía, especialmente si se utilizan solo por unos minutos antes de acostarse.

Entre las razones por las que cada vez más personas eligen este tipo de productos se destacan: su seguridad, ya que no implican el manejo de líquidos calientes; la posibilidad de regular la temperatura y el apagado automático; la rapidez con la que calientan el espacio; su practicidad, ya que son reutilizables y ocupan poco espacio; y su doble función, pues además de calentar la cama, sirven para aliviar tensiones musculares en zonas como el cuello, la espalda o el abdomen.

¿Cómo evitar enfermarse en invierno?

Para cuidar la salud y prevenir enfermedades durante el invierno, es esencial adoptar hábitos diarios que refuercen el sistema inmunológico y minimicen los riesgos de contagio. Mantener una buena higiene personal es clave: lavarse las manos con agua y jabón de manera frecuente, especialmente antes de comer y después de estar en lugares públicos, reduce significativamente la posibilidad de contraer virus.

También es importante evitar tocarse el rostro, sobre todo ojos, nariz y boca, ya que son vías de entrada de agentes infecciosos. Al toser o estornudar, se recomienda utilizar pañuelos descartables y desecharlos inmediatamente, y mantener la limpieza del hogar, prestando atención a las superficies de contacto frecuente.

Durante los meses fríos, protegerse con ropa adecuada es fundamental. Vestirse en capas permite adaptarse mejor a los cambios de temperatura, mientras que el uso de gorros, bufandas y guantes ofrece protección extra al salir al aire libre. Cubrir la boca y la nariz, ya sea para protegerse del frío o al toser y estornudar, es otra práctica saludable. Además, es conveniente ventilar los espacios cerrados todos los días, abriendo las ventanas durante algunos minutos para renovar el aire y evitar que se concentren virus y bacterias.

Es importante también evitar cambios bruscos de temperatura, pasando de ambientes muy cálidos a otros fríos de forma repentina, y mantener en el hogar una temperatura confortable sin recurrir a un exceso de calefacción. Reducir el tiempo en lugares muy concurridos ayuda a disminuir el riesgo de contagio.

En cuanto a la salud general, se recomienda vacunarse contra enfermedades estacionales como la gripe, especialmente en el caso de personas de riesgo como adultos mayores o quienes tienen enfermedades crónicas. También es importante llevar una alimentación rica en vitaminas, incorporando frutas y verduras, especialmente aquellas con alto contenido de vitamina C, y mantenerse bien hidratado bebiendo suficiente agua a lo largo del día. Limitar el consumo de alcohol y evitar el tabaco contribuye a mantener un sistema inmunológico fuerte.