La conducta amorosa que tienes con tu perro pero que es perjudicial
Los perros son, para muchos, miembros irremplazables de la familia, colmándolos de un amor que a menudo se expresa a través de abrazos efusivos. Sin embargo, lo que para nosotros es una muestra de afecto, para nuestras mascotas puede ser una conducta de estrés y ansiedad.
Entender el lenguaje corporal de los perros es crucial para establecer una relación basada en el respeto mutuo y la comprensión, evitando gestos que, aunque bien intencionados, resulten perjudiciales. Es hora de reevaluar cómo demostramos nuestro cariño para asegurar que sea realmente beneficioso para ellos.
El abrazo a los perros
Un estudio revelador ha puesto de manifiesto que la mayoría de los perros muestran claros signos de estrés cuando son abrazados. Observaciones detalladas revelaron conductas como lamerse los labios, parpadear con mayor frecuencia, desviar la mirada y evitar el contacto visual directo. Además, se notaron orejas hacia atrás o pegadas a la cabeza, así como jadeos sin una razón aparente relacionada con el esfuerzo físico o el calor. Estas señales, sutiles pero significativas, son el modo en que nuestros perros nos comunican su incomodidad y su deseo de escapar de una situación que perciben como amenazante o limitante.

La razón detrás de esta reacción radica en la profunda diferencia entre el lenguaje humano y el canino. Para los perros, el abrazo, que implica inmovilizar una parte de su cuerpo y limitar su movimiento, puede bloquear su instinto natural de huida. Este comportamiento inherente les permite escapar de situaciones peligrosas o estresantes. Cuando se sienten atrapados e incapaces de huir, su nivel de ansiedad se dispara, lo que, en casos extremos, puede derivar en respuestas agresivas como gruñidos o mordiscos, como un mecanismo de autodefensa.

Además, los expertos en comportamiento canino coinciden en que los perros no se abrazan entre ellos ni reconocen ese gesto como parte de su conducta social natural. En el mundo canino, el contacto físico cercano que imita un abrazo es a menudo una señal de dominancia o, en el peor de los casos, un preludio a un conflicto. Por lo tanto, imponerles un abrazo humano es imponerles un comportamiento que no entienden y que va en contra de sus patrones de interacción innatos. Lo que interpretamos como amor, ellos pueden interpretarlo como una amenaza o una restricción incómoda.