La conducta amorosa que tienes con tu perro pero que es peligrosa

El amor y el vínculo entre humanos y mascotas es irremplazable y debe fomentarse, pero siempre bajo el principio de expresar cariño con responsabilidad
La conducta amorosa que tienes con tu perro pero que es peligrosa
Perros Foto: Canva
lunes, 03 de noviembre de 2025

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El amor que sentimos por nuestros perros es incondicional, un vínculo profundo que se expresa a través de mimos, juegos y, con frecuencia, muestras de afecto que imitan la interacción humana. Es común ver a dueños compartiendo el lecho o recibiendo efusivos lamidos, incluso en el rostro, como si ellas mascotas fueran un miembro más de la familia, inmune a las normas de higiene.

Sin embargo, detrás de esta tierna manifestación de cariño se esconde un riesgo sanitario a menudo subestimado. El problema no reside en la intensidad del afecto, sino en la forma de expresarlo, especialmente cuando implica un contacto directo e íntimo con la boca del perro.

Besos a los perros

Este tipo de conductas amorosas, particularmente al permitir besos o lamidos muy cercanos a la boca o las mucosas, abre una puerta de entrada para una variedad de patógenos. Nuestros perros, incluso con un aspecto pulcro y saludable, portan en su saliva y pelaje bacterias como la Capnocytophaga canimorsus, parásitos intestinales como la Giardia o el Toxocara, y diversos hongos. Estos microorganismos, inofensivos para el canino en muchos casos, son capaces de generar enfermedades de potencial gravedad en los humanos, desde infecciones gastrointestinales hasta afecciones más serias en personas con sistemas inmunológicos comprometidos, niños o ancianos.

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La falsa sensación de seguridad es quizás el mayor peligro. Tendemos a creer que si nuestro perro está vacunada y se ve bien, no representa una amenaza para nuestra salud. No obstante, las mascotas aparentemente sanas pueden ser portadoras asintomáticas de diversos patógenos que pasan completamente inadvertidos, pero que sí pueden ser transmitidos al dueño. La saliva de un perro recoge todo tipo de residuos y microorganismos de su entorno —del suelo, de otros animales, o al lamerse sus propias zonas privadas—, convirtiéndose en un vehículo de contagio cuando entra en contacto directo con las mucosas humanas.

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Ante esta realidad, los veterinarios y expertos en salud pública insisten en la necesidad de mantener hábitos de higiene responsables que permitan un vínculo afectivo seguro. La primera y más simple medida es el lavado de manos riguroso con agua y jabón inmediatamente después de cualquier sesión de juego o caricia con tu perro. Es fundamental evitar los besos directos en la boca y limitar el contacto de la saliva del perro con heridas abiertas o el rostro, zonas de alta vulnerabilidad para la transmisión de microorganismos.

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