Jardinería: esto tienes que hacer con tus plantas de interior para que no se marchiten en invierno
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Si quieres mantener tus plantas de interior saludables durante el invierno, es fundamental conocer ciertos cuidados específicos. Aunque estén dentro de casa, estas especies atraviesan una etapa de menor crecimiento y mayor sensibilidad debido al frío, la falta de luz solar natural y el aire seco provocado por la calefacción. Todo esto puede afectarlas seriamente si no se toman las precauciones necesarias.
¿Cómo cuidar mis plantas en invierno?
Uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es la ubicación. Durante los meses fríos, las plantas deben colocarse en lugares bien iluminados, preferentemente cerca de ventanas que permitan el ingreso de luz solar indirecta o filtrada. Es importante evitar la exposición directa a los rayos del sol, ya que podrían quemar las hojas, así como protegerlas de corrientes de aire frío o caliente que alteren su equilibrio.
También es esencial alejarlas de fuentes de calor como estufas, radiadores, chimeneas o aires acondicionados.
Estos dispositivos pueden deshidratar las plantas con rapidez, provocando que su follaje se seque o incluso muera en poco tiempo. Mantenerlas a una distancia segura de estas fuentes ayuda a preservar su humedad natural. Por último, aunque el riego debe espaciarse para prevenir el exceso de agua y la pudrición de raíces, es clave mantener un ambiente con buena humedad.
Para lograrlo, se recomienda limpiar el polvo de las hojas con un paño húmedo y aumentar la humedad ambiental utilizando un humidificador o colocando recipientes con agua cerca de las plantas. Además, durante el invierno no es aconsejable fertilizarlas, ya que la mayoría entra en un periodo de reposo y no requiere nutrientes adicionales.
¿Por qué las plantas se marchitan con el frio?
Las plantas tienden a marchitarse durante el invierno debido a varios efectos adversos provocados por las bajas temperaturas. Uno de los principales factores es la formación de hielo dentro de sus células, lo que daña las membranas celulares y puede romperlas, afectando gravemente la estructura interna de la planta.
A esto se suma el estrés hídrico: en climas fríos, las plantas continúan perdiendo agua a través de la transpiración, pero tienen dificultades para reabsorberla, ya que las raíces no pueden captar suficiente humedad cuando el suelo está congelado.
Esta combinación de hielo interno y deshidratación provoca daños celulares que alteran el metabolismo vegetal. Como consecuencia, las hojas y otras partes de la planta se marchitan, cambian de color y eventualmente se caen.