El truco de la abuela que cura el resfrío y tiene aval de la ciencia

Una sopa casera puede reducir los síntomas del resfriado y acelerar la recuperación, según estudios recientes.
El truco de la abuela que cura el resfrío y tiene aval de la ciencia
Ingredientes como jengibre, ajo y verduras potencian el efecto antiinflamatorio de este remedio ancestral. Foto: Canva
miércoles, 16 de julio de 2025

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En tiempos de frío donde aumentan los resfríos, hay gestos que reconfortan más que cualquier medicamento. Un aroma cálido que emana de la cocina, un tazón humeante entre las manos y ese sabor familiar que parece sanar desde adentro. Lo que durante años fue parte de la tradición familiar, especialmente de las abuelas, hoy comienza a captar la atención del mundo científico.


¿Cuál es el truco de abuela para cuidar el resfrío?


Las sabias recomendaciones de las abuelas, como tomar una buena sopa caliente durante un resfriado, ya no son solo tradición: ahora cuentan con respaldo científico. Un análisis de más de 10.000 registros médicos reveló que quienes consumen sopa durante una infección respiratoria tienden a recuperarse hasta 2,5 días antes que aquellos que no lo hacen.


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Los estudios demostraron que caldos como el de pollo, sopas con cebada o combinaciones herbales reducen notablemente síntomas como la congestión nasal, el dolor de garganta y la fatiga. Además, los niveles de proteínas inflamatorias como la IL-6 y la TNF-α disminuyen en pacientes que toman sopa, lo que indica una respuesta inmune más controlada. Ingredientes comunes como el ajo, la cebolla, el jengibre y ciertas verduras también ofrecen propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias.


Pero más allá de lo nutricional, el poder de la sopa reside también en su carga emocional y cultural: representa cuidado, consuelo y confianza, elementos esenciales en cualquier proceso de recuperación. A medida que los sistemas de salud se ven cada vez más sobrecargados, fomentar remedios caseros seguros como este puede ser clave en el manejo de enfermedades leves. Aunque aún se requieren más estudios para estandarizar sus beneficios, todo indica que las abuelas estaban en lo cierto.


¿Qué alimentos mejoran las defensas?


Una alimentación equilibrada es fundamental para mantener en buen estado el sistema inmunológico. Incluir en la dieta diaria alimentos ricos en vitaminas y minerales puede marcar una gran diferencia a la hora de prevenir enfermedades. Las frutas cítricas como las naranjas, mandarinas, kiwis y fresas aportan una dosis elevada de vitamina C, esencial para el buen funcionamiento de los glóbulos blancos, que son la primera línea de defensa del organismo.


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A su vez, vegetales como el brócoli, la coliflor, las espinacas, los tomates y los pimientos ofrecen una variedad de antioxidantes que fortalecen las defensas. También los frutos secos, como las almendras y nueces, así como las semillas de girasol, destacan por su contenido de vitamina E, que estimula la producción de células inmunitarias. Los pescados azules, como el salmón, el atún o la caballa, son una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, conocidos por reducir la inflamación y reforzar el sistema inmunológico.


Por otro lado, alimentos como el ajo y la cebolla ofrecen compuestos naturales con propiedades antibacterianas y antivirales, mientras que el jengibre actúa como antiinflamatorio natural, ideal para aliviar molestias como el dolor de garganta. Las legumbres, entre ellas las lentejas, los garbanzos y los frijoles, son grandes aliadas para la salud intestinal y, por ende, para la inmunidad, gracias a su aporte de fibra y minerales. En cuanto a las proteínas animales, las carnes magras como el pollo y el pavo son fuentes ricas en vitaminas del grupo B, necesarias para una buena respuesta inmunitaria.


Por último, la miel, además de ser un alimento reconfortante, posee propiedades antibacterianas y antioxidantes que pueden calmar la tos y el dolor de garganta. Más allá de lo que se come, otros hábitos también son clave para cuidar el sistema inmunológico: mantenerse bien hidratado, dormir lo necesario, realizar actividad física con regularidad y reducir los niveles de estrés son prácticas que fortalecen las defensas.

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