Caminar hacia atrás: así entrena equilibrio y cerebro esta nueva moda
En el dinámico mundo del bienestar y la salud, muchas prácticas van y vienen, pero algunas técnicas ancestrales están reapareciendo con fuerza, sorprendiendo tanto a los aficionados al fitness como a los expertos en salud. Una de estas técnicas es caminar hacia atrás, una forma poco convencional de desplazarse que está ganando popularidad gracias a sus múltiples beneficios físicos y mentales.
¿Por que es beneficioso caminar "para atrás"?
Esta práctica, también conocida como retro-walking, tiene sus orígenes en el Qigong, una disciplina tradicional china centrada en el equilibrio energético del cuerpo. Al caminar en dirección contraria, se activan músculos distintos a los que se usan al andar de forma habitual, lo que mejora la coordinación, la postura y la propiocepción, es decir, la capacidad de percibir la posición del cuerpo en el espacio.

Desde el punto de vista mental, caminar hacia atrás exige mayor concentración, lo que puede contribuir a mejorar funciones cognitivas. También se ha demostrado que alivia dolores lumbares y reduce los síntomas de artritis de rodilla, ya que implica un menor impacto sobre las articulaciones, a la vez que fortalece la musculatura. Lo mejor de esta práctica es que no requiere equipamiento específico ni un entorno especial: se puede incorporar fácilmente en la rutina diaria, ya sea en un parque, en un gimnasio o incluso en casa.
Para quienes ya caminan con regularidad, sumar sesiones cortas de retro-walking puede ser una excelente forma de variar el entrenamiento y potenciar sus efectos. Lo ideal es empezar con poca duración y aumentar gradualmente la intensidad para evitar lesiones.
¿Cómo comenzar a hacer ejercicio de 0?
Si estás empezando desde cero en el mundo del ejercicio, lo más importante es hacerlo de manera gradual y consciente. Antes de lanzarte a una rutina intensa, conviene evaluar tu condición física actual para entender desde qué punto partes y así poder establecer metas que realmente se ajusten a tu realidad. La clave está en elegir actividades que te resulten agradables, ya que el disfrute es esencial para mantener la constancia: si no te gusta correr, puedes optar por caminar, nadar, bailar o practicar algún deporte que te motive.
Establecer objetivos pequeños y realistas, como caminar 15 minutos al día o hacer algunos ejercicios suaves en casa, te ayudará a mantener la motivación sin sentirte abrumado. Es fundamental empezar con ejercicios suaves y aumentar poco a poco la intensidad y la duración para evitar lesiones y mantener el entusiasmo. Incorporar el ejercicio en tu rutina diaria también es un factor decisivo: puedes agendarlo como una cita contigo mismo o integrarlo a través de pequeños cambios como subir escaleras en lugar de usar el ascensor.

Mantenerse bien hidratado antes, durante y después del entrenamiento es esencial para un buen rendimiento físico. Para que la actividad física no se sienta como una obligación, busca maneras de hacerla divertida: puedes poner música que te guste, ver una serie mientras haces ejercicio o participar en clases grupales.
Entre las opciones ideales para principiantes en el ejercicio se encuentran la caminata, por ser accesible y excelente para mejorar la resistencia cardiovascular; los ejercicios con peso corporal como flexiones, sentadillas, zancadas y planchas, que fortalecen todo el cuerpo; los estiramientos para aumentar la flexibilidad y prevenir lesiones; el uso de bicicleta estática o máquina elíptica para un entrenamiento de bajo impacto; y prácticas como yoga o pilates, que integran fuerza, equilibrio y control corporal.